Cuento
En una ocasión había seis ancianos sabios que no gozaban del don de la vista, siendo ciegos y empleando el sentido del tacto para experimentar y conocer las diferentes realidades, seres y objetos del mundo. Ninguno de estos sabios había visto jamás un elefante, y tras conocer que su rey disponía de uno le solicitaron con humildad poder conocerlo. El monarca decidió concederles su petición y los llevó ante el paquidermo, permitiendo que los ancianos se acercaran y lo tocaran.
Los sabios se aproximaron al animal y, uno por uno, tocaron al elefante con el fin de saber cómo era dicho ser.
El primero le tocó un colmillo, y consideró que el elefante era liso y agudo cual lanza. El segundo sabio se aproximó y tocó la cola del elefante, respondiendo que en realidad era más bien como una cuerda. El tercero entraría en contacto con la trompa, refiriendo que el animal se parecía más a una serpiente. El cuarto indicaría que los demás debían estar errando, ya que tras tocar la rodilla del elefante llegó a la conclusión de que se trataba de algo semejante a un árbol. El quinto lo desmintió al tocar la oreja del ser, valorando que se parecía a un abanico. Por último el sexto sabio llegó a la conclusión de que en realidad el elefante era como una fuerte pared rugosa, al haber tocar su lomo.
Tras haber llegado a distintas conclusiones, los sabios empezaron a discutir respecto a quién poseía la verdad. Dado que todos defendían sus posiciones con ahínco, recurrieron a la ayuda de un séptimo sabio el cual podía ver. Este les hizo ver que en realidad todos ellos tenían parte de la razón, dado que habían estado describiendo una única parte del conjunto del animal, a la vez que aún sin equivocarse ninguno de ellos había podido conocerlo en su totalidad.
¿Cómo vas con la meditación?
Te comparto algunas recomendaciones para meditar:
1 – Minimizar las interrupciones. Apagar celular, televisor, buscar un horario y lugar en que se reduzca la posibilidad de ser interrumpido.
2 – Meditar siempre a la misma hora cada día. Esto favorece crear el hábito de meditar, tanto para el cuerpo como para la mente. Con el tiempo al llegar la hora uno podrá sentir la “necesidad” de meditar.
3 – Lo ideal es meditar dos veces al día. Al amanecer y al atardecer. Antes de comenzar la actividad del día y al concluirla.
4 – Buscar meditar siempre en el mismo lugar mientras esto sea posible.
5 – Hacerlo con el estómago vacío.
6 – Evitar sahumerios y música.
7 – Postura adecuada. Buscar una posición cómoda y con la columna vertebral alineada y derecha tal como vimos.
8 – Perseverar, aunque parezca que uno no progresa, seguir sentándose, es algo gradual y la primera lección de la mediación suele ser la paciencia.
Cuento
Un grupo de monjes paseaba por una aldea, cuando vieron a un hombre gritándole a su hijo pequeño. Se quedaron observando la escena desde lejos, y su maestro aprovechó para pedirles que observaran con atención lo que allí estaba ocurriendo.
—¿Qué observáis? —preguntó el maestro a sus discípulos.
—Que el padre está muy enfadado —dijo uno de ellos.
—Bien. Seguid observando con más atención. ¿Qué más observáis?
—Yo veo a un niño muy asustado —dijo otro monje.
—Muy bien, pero necesitáis observar con mucha más atención —insistió el maestro.
—Yo observo la impotencia del padre para conseguir que su hijo se comporte como un hijo perfecto.
—Eso es. Observad con más detalle aún, si es posible. —sugirió de nuevo el maestro.
—Quien está asustado es en realidad el niño interior del adulto. Es una historia que se repite. Veo claro que el abuelo hacía lo mismo con el padre —expuso uno de los más veteranos.
—No estoy de acuerdo —dijo otro de los discípulos—. En realidad, el niño se encuentra muy triste por la falta de su figura materna y reclama la atención del padre. Este no ha superado aún la pérdida de su esposa, y está desbordado emocionalmente.
Y así, cada monje fue aportando nuevos detalles a su particular observación del hecho. Tras una larga ronda de intervenciones, uno de ellos preguntó:
—Maestro, ¿qué cree usted que ocurría allí?
—No lo sé. Solo quería que indagarais un poco más sobre vuestra propia historia de vida.
Otro cuento
Se dice que hace tiempo, en un pequeño y lejano pueblo, había una casa abandonada. Cierto día, un perrito buscando refugio del sol, logró meterse por un agujero de una de las puertas de dicha casa.
El perrito subió lentamente las viejas escaleras de madera. Al terminar de subirlas se topó con una puerta semi-abierta; lentamente entró en el cuarto. Para su sorpresa, se dio cuenta que dentro de ese cuarto habían mil perritos más, observándolo tan fijamente como él los observaba a ellos. El perrito comenzó a mover la cola y a levantar sus orejas poco a poco. Los mil perritos hicieron lo mismo. Posteriormente sonrió y le ladró alegremente a uno de ellos. El perrito se quedó sorprendido al ver que los mil perritos también le sonreían y ladraban alegremente con él. Cuando el perrito salió del cuarto se quedó pensando para sí mismo: “¡Qué lugar tan agradable… voy a venir más seguido a visitarlo!”.
Tiempo después, otro perrito callejero entró al mismo sitio y se encontró en el mismo cuarto. Pero a diferencia del primero, este perrito al ver a los otros mil perritos del cuarto se sintió amenazado ya que lo estaban viendo de una manera agresiva. Posteriormente empezó a gruñir, obviamente vio como los mil perritos le gruñían a él. Comenzó a ladrarles ferozmente y los otros mil perritos le ladraron también a él. Cuando este perrito salió del cuarto pensó: “¡Qué lugar tan horrible es éste… nunca más volveré a entrar allí!”.
En el frente de dicha casa se encontraba un viejo letrero que decía: “La Casa de los mil Espejos”.
Para este u otro fin de semana te comparto un corto titulado “Soy Tú” basado en el libro La Ley del Espejo de Yoshinori Noguchi. Espero que te sea de provecho.